Suse Stoisser

ARTE VITAL Y TIEMPO, SUSE STOISSER

Xavier Hernandez

 

Todo artista habla del tiempo, porque como todo ser humano, ese artista es tiempo.  Cuando el artista se ha ido, queda su obra, pero en ella también queda siempre el vacío que ha dejado la marcha de su autor.  No podemos escapar de la derrota ante el tiempo, ni siquiera perpetuándonos en nuestras obras, y sólo aceptando de antemano nuestra derrota, gozaremos de la pequeña victoria que significa nuestro limitado tiempo.  Cuando como creadores dejamos una obra de arte, esta servirá para otro corto lapso de tiempo, el de reflexión de quien la contempla, una reflexión que también concluirá en olvido y derrota.  Una obra de arte es un momentáneo destello que se perpetúa con otros destellos que esa obra provoca, todos ellos dentro de una oscuridad demoledora, inmensa i abocada a su triunfo.

La Odisea es la historia de quien no quiere poner fin a su viaje.  Odiseo tuvo que regresar dormido a Ítaca porque despierto nunca lo hubiera hecho.  Ítaca es derrota, y el periplo perdido entre Troya e Ítaca es victoria y vida. A lo largo de la Odisea, de modo sistemático, guerreros piratas devoran centenares de bueyes regados por odres de vino, y de ese modo obtienen fuerza para disfrutar de la sensualidad que ofrecen cuantas islas pueblan siempre todo mar. Ajena a esa vitalidad, Penélope es una agria trampa que inmoviliza, y es también lo inevitable, mientras que Circe es la transgresora sensualidad que devora y permite devorar, nos aparta de toda convención y nos acerca a lo más íntimo de nuestro instinto.  Nausícaa es el fruto irreal en forma de princesa que crea el antagonismo entre dos concepciones vitales, la que aboga por regresar a Penélope y morir deteniéndonos, y la que invita a navegar siempre de isla en isla conociendo brujas, musas, princesas, y también la soledad del mar, y ser felices haciéndolo.  Penélope y Circe son reales, Nausícaa se mueve en un sueño incierto.

Suse Stoisser, como persona y como artista, lleva a Penélope y a Circe, y llevando a ambas lleva a Homero contando una historia que ha de cruzar los siglos, y ha de levantar emociones y encender pasiones.  Suse, como todo ser humano, es contradicción, y por ello riqueza;  en ella convergen el Norte de niebla donde nació, y el Mediterráneo luminoso donde habita.  Y sus obras reflejan esa contradicción, son a la vez constatación de un vacío e intento de aprensión de una realidad que se nos escapa como se escapa el tiempo, a borbotones y sin misericordia.  Nada nos salvará, pero si vivimos nuestro tiempo nada podrá derrotarnos. Las obras de Suse son una voz que emite las palabras que no son vanas aunque tengan sentido ninguno dentro de la oscuridad del tiempo.  Son destellos, y por ello son un triunfo.  Todo artista emite una luz, aunque sea durante un corto instante, y habrá quien captará ese destello y gracias a él, con su propio destello, perpetuará la luz.  Nada es en vano.

 

XAVIER HERNANDEZ. 2008